viernes, 28 de diciembre de 2012

El misterio de las 9

9:00
- Ya son las nueve… No puedo llegar tarde, no esta vez-
Palabras mentales que se repetían una y otra vez en la cabeza de Emilio, palabras que se sentían como martillos en el estomago cada que se repetían.
-Ya son las nueve… ¡maldición!
Emilio se notaba inquieto mientras repetía una y otra vez la misma canción en su iPod, y bailaba entre el limite de la línea amarilla que divide el espacio permitido entre las personas y tren de pasajeros.
Emilio se encontraba esperando en el metro, se notaba inquieto, fastidiado, furioso eran ya las 9:10 y la estación de metro rosario estaba a su máxima capacidad. El aire se notaba denso, el tiempo eterno y una vibra extraña.
-¡No puede ser! Maldito metro, maldita sobrepoblación… ¡Maldito tiempo!-
Se presento en Emilio un odio infinito hacia el ambiente y sus actores todo era maldición y basura para el en ese momento.
De pronto se escucharon tres tonos seguido de una voz malhumorada y muy poco entendible por el altavoz.
-EL SERVICIO CONTINUARA EN BREVE, POR SU ATENCIÓN GRACIAS-
Todos sabían perfectamente que esa notificación era señal de que el servicio aun tardaría una eternidad.
-¡Me lleva la chingada, son las 9:20 que no me jodan!
Grito Emilio sin darse cuenta de la intensidad con que lo hizo ya que llevaba a todo volumen la música en los audífonos. Todos lo voltearon a ver sorprendidos y malhumorados como es de costumbre en ese tipo de situaciones. De pronto una voz detrás de Emilio se escucho.
-¡Pues vete en Taxi!
Grito un hombre de traje que se notaba fastidiado.
-¡Te vale verga lo que diga estúpido!
Grito Emilio mientras se quitaba los audífonos y una vez que termino su represalia verbal volvió a colocarse la diadema.
Eran ya las 9:30 y una luz tintineante apareció en el letrero de próxima salida.
-Por fin- Dijo en sus adentros mientras dejaba salir un suspiro de alivio
El tren se acercaba a una velocidad un poco mas baja de lo acostumbrado, pero a Emilio no le importo mucho.
-Es el momento- Dijo, puso pausa a la canción que estaba escuchando y se preparo para abordar el tren, que bien sabía eran segundos en el que se desataba una guerra de codazos y empujones.
Emilio no lo sabía, pero estaba a punto de “morir”
Treinta minutos antes.
Juan, un desempleado que estaba pasando por una crisis económica y emocional, horas antes había sido despedido de su trabajo en un supermercado debido a que a eran varias las ocasiones en las que llegaba ebrio a laborar, incluso un día dio 200 pesos más de cambio a unos adolescentes uniformados que habían ido a comprar una botella de vodka.
Después de ser despedido regreso a su apartamento más temprano de lo normal llevándose una gran sorpresa. Su esposa estaba en la cama con el menor de  sus hermanos, una traición por parte de su “carnal” al que había ayudado a salir adelante después de haber pasado 2 años en el tutelar de menores.
Juan salió huyendo de la morbosa escena y se dirigió al metro, donde vomito antes de entrar a la estación.
Al bajar por las escaleras eléctricas se apresuró empujando a todos los que se interponían en su paso, bajando por las segundas escaleras estaba por pasar a un hombre trajeado y este volteo anteponiéndose a su paso como si tuviese ojos en la nuca.
-Tranquilo mi amigo a donde tan rápido-
Dijo el hombre de traje que clavo la mirada en los ojos de Juan y tomándolo del hombro dándole una sensación de frio, desesperación, miedo.
-¡De…de…déjeme!-
Juan le quito la mano del hombro y continúo su camino hacia el andén donde se coloco en la segunda fila de personas que esperaban el tren justo detrás de un joven que llevaba puestos los audífonos y zapateaba el piso con desesperación.
Presencio la pequeña disputa que el joven con audífonos tuvo con el misterioso hombre trajeado, el mismo que se había topado en las escaleras, cuando lo vio de nuevo el solo se limito a ignorarlo y seguir parado, pero era obvio que no podía ocultar su nerviosismo y miedo.
Juan estaba apunto de tomar una decisión que cambiaría su “vida” para siempre.
9:31
 La hora  la decisión estaban tomadas, Emilio no permitiría que nadie se metiera antes que el al vagón y Juan no permitiría que nadie interfiriese con sus planes.
El tren se acercaba, cada vez más rápido, todos en posición de guerra esperando el momento preciso para iniciar el tacleo, el conductor toco la corneta para anunciar su próxima llegada.
Juan apretó los puños tomo un pequeño impulso y con un grito que mas de que fuera de guerra era de dolor, empezó  a empujar a todos con violencia, puso un pie fuera de la línea de restricción y dio un salto hacia las vías del metro, Emilio lo vio justo a la mitad de su salto y con ávidos reflejos lo alcanzo a tomar de la mano con la intención de no dejarlo caer, pero el peso de juan lo sobrepaso jalándolo con el, por un microsegundo se sintió una angustia eterna entre la multitud.
El conductor del tren no tuvo oportunidad de frenar.
 9:32
El aire se pinto de rojo, el horror y el asco se hizo presente en los rostros de los ahí presentes, un festín de órganos salió disparado en todas direcciones, gotas de sangre cayeron con demencia tanto en personas como en paredes y por unos segundos se sintió un silencio de muerte, pero el pánico estaba invitado a la terrorífica escena. Todos comenzaron a gritar e incluso a llorar y pedir auxilio, se alejaron con los ojos abiertos con una mezcla de impresión y trauma, el ambiente se torno en una fiesta demencial.
Todos corrían con locura queriendo salir del trágico momento, todos menos uno. El hombre de traje que se quedo ahí parado un buen rato con una sonrisa maligna y satisfecha.
Saco un gran pañuelo del interior de su saco y se dirigió hacia las vías, no le importo mucho que algunas personas lo veían, tomo el pañuelo y busco por entre los escombros orgánicos que habían dejado los cuerpos de los malaventurados.
Primero tomo el corazón de Emilio y lo guardo con cuidado en el lado derecho de su saco.
-Te dije que tomaras un Taxi muchacho-
Dijo de forma burlona y luego prosiguió la búsqueda hasta encontrar el de Juan que fue colocado del lado izquierdo.
Una vez que obtuvo su extraña recompensa avanzo hacia el túnel que estaba delante y así se perdió entre las penumbras mientras caminaba de una forma tranquila y victoriosa.







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